Louis-François Bertin era uno de los personajes
más influyentes en París de los años 30 debido a su espíritu monarquico.
Hombre de negocios, era el director del "Journal des Débats",
prestigioso periódico desde el que defendía la monarquía de Luis Felipe.
Ingres tuvo una interesante relación con él, fruto de la cual surgió este
fantástico retrato. Lo más destacable sin duda es la expresión del
personaje: su mirada, la aguileña nariz o la
posición de las manos. Para destacar la personalidad del modelo ilumina con especial
atención el rostro y las manos, creando un triángulo en el que se enmarca la figura.
Para que el espectador no se pierda en detalles superfluos, suprime toda
referencia espacial y viste a Monsieur Bertin con un austero traje negro.
El fondo neutro otorga un sensacional efecto volumétrico a la figura.
Es reseñable el detalle de reflejar la ventana - por la que supuestamente penetra la luz - en el brazo
izquierdo del sillón sobre el que se sienta el personaje.
Con este tipo de retratos, Ingres se sitúa en la cúspide de la pintura francesa de su tiempo.